¿La tendencia a generar vínculos con personas similares es realmente parte de la naturaleza humana? - OptIA
Derribando el mito de la homofilia como justificación de la segregación territorial y digital
Derribando el mito de la homofilia como justificación de la segregación territorial y digital
15799
post-template-default,single,single-post,postid-15799,single-format-standard,bridge-core-2.6.1,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode-theme-ver-24.6,qode-theme-bridge,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-6.5.0,vc_responsive,elementor-default,elementor-kit-23

¿La tendencia a generar vínculos con personas similares es realmente parte de la naturaleza humana?

¿Somos amigos o no somos amigos?

Derribando el mito de la homofilia como justificación de la segregación territorial y digital   

Catherine Muñoz

 El mapa de la ciudad de Santiago que grafica por comunas el resultado del pasado plebiscito sobre el nuevo proceso constituyente, nos impactó de una manera profunda y particular, siendo en definitiva, la representación empírica y manifiesta de un país fracturado y abismalmente segregado en su geografía en base clases sociales. Esta fractura se hizo notar en las urnas, representando fuerzas contrapuestas.

Impactante es también notar que esta distribución social ha sentado sus raíces de forma inalterable, por lo menos, desde hace mas de 40 años, lo cual es fácilmente constatable al comparar la gráfica del mapa de Santiago que representa el resultado del plebiscito del SI y el No del año 1988 con el comentado resultado del plebiscito en materia constitucional del año 2020.

Fig 1: fuente u/nahuelacevedopena en r/chile, Reddit. https://i.redd.it/rw1eb8vt2iv51.png

Entender el origen de la segregación y sus consecuencias es necesario para tener una visión ampliada del problema, y en definitiva, para buscar soluciones. En primer lugar, es importante señalar que ninguna segregación es natural siempre son producidas por políticas y externalidades intencionadas. La segregación residencial, promovida esencialmente por prejuicios, es la principal causante de desigualdad en una población y corresponde, en términos generales, a actos planificados con dicho fin como parte de un sistema de políticas públicas. En consecuencia, para analizar su origen y contexto debemos remontarnos a los registros oficiales históricos de nuestro pasado reciente.

Junto con esta segregación territorial, se suman nuevas formas de segregación que han sido implementadas, esta vez, en el ámbito del ciberespacio como consecuencia de la lógica funcionamiento básico de las redes sociales.

A pesar de que ambas formas de segregación se despliegan en un ambiente físico diferente, comparten las mismas características esenciales, por una parte, producen un profundo menoscabo hacia el grupo segregado, y por otra, están basadas en un concepto que por años se ha entendido como una condición natural, la denominada “homofilia” que guarda relación con la idea de que la gente similar actúa similar y que la similitud genera conexión.

  1. LA HOMOFILIA COMO PRINCIPAL JUSTIFICACION DE LA SEGREGACION

La política pública de viviendas sociales de mediados de los años 50 en los Estados Unidos se desarrolló abiertamente, y por lo demás, dentro del marco legal sobre la base de la segregación racial.[1] Dentro de ese contexto histórico, emergió el concepto de “homofilia” en un estudio relativo a la segregación urbana publicado por Paul F. Lazarsfeld y Robert K. Merton,[2] llamado “La amistad como proceso social«, el cual concluyó que las amistades se forman y profundizan gracias a valores y creencias compartidas, conceptualizando un fenómeno social denominado homofilia.

La homofilia (amor por los iguales) hace referencia a la inclinación que poseen individuos de similares características para relacionarse entre sí, más a menudo que con otros individuos. También guarda relación con la afirmación que las personas iguales actúan de manera similar y que la similaridad genera conexión.

El estudio, que se basó en los trabajos previos de Merton sobre dinámicas de comunidades en viviendas públicas, no concluye que la homofilia sea una ley natural, en ese sentido, los autores dejan claro que este concepto corresponde a una construcción social. Incluso más, Merton en trabajos preparatorios a este estudio[3] argumentó que la homofilia no es una tendencia inamovible, no ocurre espontáneamente, siendo el resultado de fuerzas sociales y culturales perjudiciales ya que limitan el sentido de comunidad.

No obstante lo anterior, y tal cual lo ha comprobado en sus investigaciones Wendy Hui Kyong Chun[4], ilógica e incomprensiblemente este fenómeno, que corresponde a una observación empírica de una construcción social, se ha tomado por ciertos sectores académicos y científicos[5] como una ley del comportamiento humano, natural e inherente. Durante décadas, la homofilia considerada como un defecto natural, ha sido una de las principales justificaciones para la discriminación y segregación residencial, todo sobre la falta de una correcta apreciación de este estudio.

Estudios posteriores ratificaron la naturaleza de construcción social de la homofilia[6], sin embargo, la creencia que es inherente a la naturaleza humana es profundamente arraigada.

El concepto de homofilia puede sonar aceptable para el “sentido común” de algunas personas, no obstante es menester recordar que el sentido común (o aplicación de la heurística) está dominado por múltiples sesgos cognitivos que en temas sociales pueden tener aspectos discriminatorios o racistas. Para comprobarlo, basta leer los trabajos de los Premios Novel de Economía Daniel Kahneman y Amos Tversky[7] sobre esta temática.

En conexión con el sentido común, existe el concepto de “profecía autocumplida de la homofilia” dado por el mismo Merton, el cual ocurre como consecuencia de experimentar prejuicios étnicos o sociales entendiéndolos como una característica natural de la homofilia, como parte de la naturaleza humana. Luego, frente a cualquier cuestionamiento sobre esta creencia se exponen los “hechos del caso” pero no se es capaz de advertir que estos “hechos del caso” han sido finalmente producidos por el mismo tipo de prejuicios que posee.

Volviendo a la historia de las políticas de viviendas en USA, pasaron casi 20 años, cuando  el asesinato de Martin Luther King Jr. y las numerosas protestas que le siguieron,  forzaron a la creación de la Ley de Vivienda Justa en el año 1968,  con el fin de fomentar positivamente viviendas integradas, prohibiendo todo tipo de segregación. No obstante, esta ley fue ignorada por gran parte de las siguientes administraciones de gobierno, traduciéndose en que al día de hoy, la segregación racial es uno de los principales problemas que enfrentan los norteamericanos.[8][9]

La segregación residencial es perniciosa ya que su principal efecto es la generación de desigualdad, concentrando y perpetuando la pobreza. Lo anterior se explica por la interacción de múltiples factores, tales como, la reducción y limitación redes de contacto, acceso a educación, falta de modelos de superación a seguir que crean una cultura de desesperanza y sin mayores expectativas, se invierte menos en las áreas segregadas por lo que los valores de viviendas son bajos y las oportunidades laborales escazas.[10]

Las personas segregadas son estigmatizadas y discriminadas, por ejemplo, en el ámbito crediticio donde se excluyen o acceden a condiciones desventajosas en comparación con otros, lo que se traduce en que terminan pagando más por un mismo bien que lo que pagarían personas de sectores no segregados.[11] La pobreza incrementa la delincuencia[12], la inseguridad y el estigma.

A largo plazo, las personas segregadas desarrollan una salud más precaria, lo cual ha sido evidenciado por la crisis del COVID-19, donde existe una directa relación entre pobreza y muertes por la enfermedad,[13]incidiendo directamente aspectos como malnutrición, hacinamiento, falta de atención en necesidades básicas, mayor incidencia de enfermedades crónicas, etc. En definitiva, la segregación produce una reacción en cadena de distintos factores que refuerzan la concentración de pobreza y desigualdad.

¡Propietario! ¿Pero dónde?

Con posterioridad al golpe de Estado de 1973, se inició en Santiago una política de segregación residencial denominada “Operación de Confraternidad”, que consistía en el traslado de personas pobres a las afueras de la ciudad de Santiago. El nombre confraternidad evocaba intenciones de unión y ayuda a los más desposeído dando un carácter de positivo a las medidas. El caso emblemático fue la erradicación de la Villa San Luis en Las Condes, luego de lo cual el valor del suelo aumentó en un 400%.[14]

Fig 2-erradicacion de la Villa San Luis de Las Condes. Fuente: Taller de investigación Estado de Excepción, UC, 2016. Producción gráfica Catalina Torres.

Una de las académicas que ha indagado sobre los orígenes de la segregación residencial en la ciudad de Santiago es Alejandra Celedón Forster,[15]sobre su trabajo investigativo me refiero en este apartado.

La investigadora ha centrado su análisis en el punto de inflexión de las políticas segregadoras en Chile que estuvieron marcadas por un evento concreto. El día 29 de septiembre de 1979 en el Estadio Nacional, luego de una gran campaña publicitaria, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo convocó a 37 mil familias pobladoras para otorgarles títulos de dominios pe en un lugar predeterminado de la periferia bajo la condición de un ahorro y pago de cuotas, todo dentro de una lógica de privatización del suelo y de construcción de viviendas.

 

Fig. 3 “¡PROPIETARIO!” Publicidad del evento en el diario La Tercera. Fuente: La Tercera, p. 9.

Esta erradicación urbana fue realizada sin ninguna planificación y sin mitigación sellando el destino de familias que cargarían con los efectos de la segregación a más de 20 kilómetros del centro.

El común denominador de estas acciones de segregación, además del aspecto económico, es la presencia de la homofilia. La investigadora recopilo titulares de la época donde se hace patente la apología a la homofilia:

 “Dividir para administrar” era el titular de la revista Hoy del 25 al 31 de marzo de 1981 (Castillo, 1981, p. 10). “La tendencia es achicar y homogeneizar”, afirmaba el secretario ejecutivo de Conara, así como también estuvo anunciado en sus objetivos iniciales que la reorganización debía seguir “áreas de alta homogeneidad socio-económica” (Conara, 1981, p. 4). El resultado evidente fue una fuerte asimetría entre las comunas originales y las subdividas. Más radical, Fortín Mapocho anunciaba “Los aíslan para controlarlos” (…) “la verdad sobre los erradicados” (Fortín Mapocho, 1984, p. 9). La desarticulación de campamentos y poblaciones y el control espacial de los pobladores fue lo que Morales y Rojas plantearon como clave para la comprensión de las erradicaciones (Figura 9)”.

Al respecto, Alejandra Calderón destaca la existencia de una vocación consciente de homogeneización y limpieza con el propósito declarado de facilitar a las autoridades la implementación de políticas públicas, equipamientos y servicios específicos para su población pero que en definitiva se devela un prejuicio se den se tradujo en el desarrollo de una sociedad desigual y clasista definiéndose como el Chile de las tres comunas y el resto.

Para concluir este punto, agrego un hecho adicional. Si retomamos el origen histórico latinoamericano, la clase social es el resultado de una clasificación efectuada por colonizadores europeos fundada en prácticas profundamente racistas.[16] En efecto, la raza y la clase tienen un origen común y relacionado a dos eventos históricos ocurridos de forma simultanea, la colonización de América y la creación del capitalismo colonial. En primer lugar, se clasifico socialmente a los colonizados sobre la idea de raza inferior, como justificación de la dominación europea. Luego esta misma clasificación  sirvió para el control y explotación sobre el trabajo, dando paso al capitalismo mundial y al establecimientos de clases sociales. Cuando escuche la frase “el problema es de clases no de razas” piense de nuevo, puede estar profundamente equivocado.

  • La segregación en territorios digitales.

Como la realidad siempre supera a la ficción, no nos debería impresionar que la norma básica que rige la estructura de las redes sociales sea precisamente, la homofilia. La homofilia está tan arraigada en redes sociales que funciona como un supuesto natural tanto para desarrolladores como para usuarios.

En estos casos, la estructura de las redes sociales provoca una homofilia inducida. Estas plataformas están diseñadas para que exista una baja probabilidad de que se formen enlaces entre grupos que han sido catalogados por estas, como diferentes y promueve conexiones entre similares. Las redes crean y generan la realidad que presuponen. Algunos autores señalan que los modelos no funcionan porque sean «verdaderos», sino porque sus creadores imponen la lógica de los modelos en el mundo, la llamada performatividad, que es comúnmente asociada a los modelos económicos, tiene plena aplicación a plataformas digitales y sistemas algorítmicos.[17]

En ese sentido, las redes sociales además del uso de algoritmos de clustering (sistemas de clasificación) en base a la homofilia, utilizan la llamada “función de cierre tríadico”, esto es, se asume que los amigos de mis amigos pueden y deben ser fácilmente mis amigos, así que Facebook insiste en que tomes una acción que justifica este planteamiento, condicionando las reacciones de los usuarios.

Esta forma de estructura es la base para el desarrollo del principal modelo de negocio de las redes sociales que es la venta de publicidad enfocada o selectiva, ya que fácilmente agrupa a las personas en nodos independientes, todo lo cual tiene un sinnúmero de consecuencias negativas.

Al igual que en el ámbito geográfico, las redes sociales crean segregación, muros a través de los llamados clústeres, cámaras de eco, donde las personas e información están seleccionadas no solo en base a nuestros gustos, sino en base a personas que se consideran similares a nosotros, en los cuales se caracteriza la homogeneidad y no el dialogo o la discusión.

Si bien la solución es compleja, podemos aportar a ella, en primer lugar, desmitificando a la homofilia como una condición natural inherente a nuestra naturaleza, entendiéndola como una construcción social. En ese sentido, no estamos predeterminados por una tendencia que ha demostrado ser perniciosa y podemos buscar nuevas maneras de relacionarnos. Se pueden estructurar alternativas con la integración de comunidades donde exista mixtura social en el ámbito territorial[18] y con la construcción de redes sociales con una base distinta a la homofilia, en el ámbito digital.

Nuestro segundo aporte es desafiar a la homofilia que vemos en nuestro entorno. Si solo vemos cierres triádicos, tratemos de ir mas allá de nuestro circulo de similares e intentemos generar redes diversas. Probablemente las mejores experiencia y oportunidades, las encontraremos más allá de los “amigos de mis amigos” y las sugerencias de nuevas conexiones.

[1] Nightingale, Carl H. Segregation: A global history of divided cities. University of Chicago Press, 2012.

Sobre este punto nunca está demás recordar que el concepto de “razas” es una construcción social y no tiene ninguna base científica ni relevancia biológica. https://www.scientificamerican.com/article/race-is-a-social-construct-scientists-argue/

[2] Lazarsfeld, Paul F., and Robert K. Merton. «Friendship as a social process: A substantive and methodological analysis.» Freedom and control in modern society 18.1 (1954): 18-66.

[3] https://www.e-flux.com/architecture/are-friends-electric/289193/homophily-the-urban-history-of-an-algorithm/

[4] Chun, Wendy Hui Kyong. «Queerying homophily.» (2018): 59-97.

[5] Miller McPherson, Lynn Smith-Lovin

[6] https://wiki.digitalmethods.net/Dmi/SummerSchool2018ContainingHomophily

[7] Tversky, Amos, and Daniel Kahneman. «El juicio bajo incertidumbre: heurísticas y sesgos.» Pensar rápido, pensar despacio (2012).

[8] https://www.propublica.org/article/living-apart-how-the-government-betrayed-a-landmark-civil-rights-law

[9] https://www.nytimes.com/interactive/2020/08/24/climate/racism-redlining-cities-global-warming.html?smtyp=cur&smid=tw-nytimes

[10] Massey, Douglas, and Nancy A. Denton. American apartheid: Segregation and the making of the underclass. Harvard university press, 1993.

[11] Ibid

[12] Caldeira, Teresa PR. City of walls: crime, segregation, and citizenship in São Paulo. Univ of California Press, 2000.

[13] https://www.latercera.com/nacional/noticia/espacio-publico-muertes-por-coronavirus-golpearon-a-zonas-mas-pobres-de-la-rm/W7MBMN52RZE6RK3K34MSWQBPE4/

[14] Celedón Forster, Alejandra. «Operación piloto Santiago en tres actos.» Revista 180 43 (2019): 1-12.

[15] Ibid.

[16] Quijano, Aníbal. «Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina.» (2000).

[17] Healy, K. (2015). The Performativity of Networks. European Journal of Sociology, 56(2), 175-205. doi:10.1017/S0003975615000107

[18] Partiendo por establecer el derecho constitucional a una vivienda digna.

Un ejemplo interesante: En cada nuevo distrito, Helsinki mantiene una combinación de viviendas para limitar la segregación social: 25% de viviendas sociales, 30% de compras subvencionadas y 45% del sector

privado, sin diferencias externas visibles entre las viviendas públicas y privadas. https://www.theguardian.com/cities/2019/jun/03/its-a-miracle-helsinkis-radical-solution-to-homelessness.

No Comments

Post A Comment